Dilma Rousseff promete Juegos exitosos pese al “momento crítico” de Brasil

La jefa de Estado encendió este martes una antorcha con el fuego olímpico y prometió unos Juegos exitosos

Dilma Rousseff y la antorcha olimpica

La presidenta de Brasil Dilma Rousseff recibió la antorcha olímpica. Crédito: EFE

Lejos está Brasil de proponerle a la antorcha olímpica el caótico y por momentos violento recorrido que vivió en la previa de los Juegos de Pekín 2008, porque nadie espera manifestantes pro-Tíbet o gritos cuestionando la política china en Sudán. Pero hoy, cuando el fuego encendido el mes pasado en la antigua Olimpia inició su recorrido de 95 días por 329 ciudades de 26 estados, la tensión era inevitable. El simbólico recorrido de la antorcha comenzó nada menos que en Brasilia, epicentro de una notable crisis política que muy probablemente desemboque en los próximos días con la separación de su cargo de la presidenta Dilma Rousseff.

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Sonriente pese a todo, la jefa de Estado encendió este martes una antorcha con el fuego olímpico y prometió unos Juegos exitosos pese al “momento crítico” que vive el país.

Puede decirse que no tiene suerte el Comité Olímpico Internacional ( COI ): tras el zarandeo de la antorcha en aquellos días de 2008, decidió que el recorrido ya no sería mundial. Demasiados riesgos, mejor quedarse en casa y apostar por el orgullo del país anfitrión por ser sede de los Juegos, a la felicidad de recibir la antorcha y ser sede de una carrera de relevos que se vio por primera vez en Berlín 36, en los Juegos de Adolfo Hitler.

El plan de paz para la antorcha ya había fallado en los extremadamente politizados Juegos de Invierno de Sochi 2014, y el problema esta vez es que Brasil está tan absorbido por la crisis del impeachment, tan polarizado entre los que quieren que Dilma se vaya y los que denuncian un golpe de Estado, que difícilmente se genere el clima de euforia y entusiasmo que el ente rector del olimpismo espera. Por lo pronto, nadie de la organización con sede en Lausana estuvo hoy en la utópica ciudad marcada por la arquitectura de Oscar Niemeyer. “Es el momento de Brasil, su momento, queremos que lo disfruten ellos”, dijo el COI a LA NACION. Buenos deseos e interrogante abierto de cara a un Brasil en ebullición y una Río de Janeiro escéptica y malhumorada con los Juegos.

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Dilma anticipó el inicio de un recorrido que debe cerrarse en la noche del 5 de agosto, con el arribo del fuego olímpico a la ceremonia inaugural en el estadio Maracaná. Aunque los organizadores de los primeros Juegos de la historia de América del Sur se reservan varias sorpresas, el fuego olímpico fue llevado hoy por un campeón de surf -deporte no olímpico por el momento-, el sonriente Gabriel Medina, en una serie de relevos que incluirá a una niña siria de 12 años, Hanan Khaled Daqqah Hanan, que huyó con su familia a un campo de refugiados antes de llegar al Brasil. Ya el mes pasado, durante el recorrido de la antorcha por Grecia, otro sirio, Ibrahim Al-Hussein, había llevado la simbólica llama en el campamento de refugiados en el que vive.

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