¡Bienvenido Francisco!

Miles y miles de personas estuvieron horas de pie para darle la bienvenida al Papa Francisco en México

Carlota Vargas (al centro) se unió al coro de 16 jovencitas del Opus Dei para dar la bienvenida al papa detrás de las vallas en la Ciudad de México.

Carlota Vargas (al centro) se unió al coro de 16 jovencitas del Opus Dei para dar la bienvenida al papa detrás de las vallas en la Ciudad de México. Crédito: Gardenia Mendoza | Impremedia

MÉXICO.- Treinta segundos bastaron para que Carlota Vargas fuera feliz hasta las lágrimas. Pero no las soltó, las guardó en sus ojos húmedos, detrás de la valla frente a sus jóvenes compañeras que no rebasaban los 16 años y que gritaban con fuerza: “Aahhhhhh, ahhhh, aahhh” mientras Francisco pasaba de largo y se perdía sobre el Papamóvil entre la multitud que lo esperó hasta siete horas sólo para verlo fugaz, de blanco inmaculado.

Apenas dio tiempo para que Carlota tomara una sola foto que prometió a su hijo Osvaldo Vázquez,  quien se fue de “mojadito” a Portland, Oregón, sin perder la fe que le inculcó y por la cual ella se paró en la esquina de Insurgentes y Popocatépetl, a unos pasos de la Nunciatura donde pernoctará el Sumo Pontífice cada noche de su gira por siete ciudades.

¡Del cielo cayó un pañuelo, bordado de mil colores, y en el pañuelo decía: Francisco de mis amores!, cantó con una foto en las manos del “representante de Dios en la Tierra”, a la par de María Fernanda, Lupita, Mariana, las chicas de un colegio acomodado de Opus Dei, lejos de Santa Lucía, la colonia pobre del sur donde Carlota vive.

“Francisco, Francisco”, sopló una y otra vez como miles de personas a lo largo de 22 kilómetros de valla humana que se formó en la capital mexicana. A una sola voz, el joven y el viejo; el ingeniero y el albañil, el oficinista y la ama de casa con teléfono en mano para darle luz en la oscuridad de la noche.

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Ahí estaba Saúl Ramírez, obrero en una fábrica de chocolates que sigue al papa “hasta donde puede”, de Insurgentes, a la Catedral, a Ecatepec e iría hasta Chiapas, Michoacán y Chihuahua de no ser porque su sueldo de poco menos de 10 dólares al día no le alcanza para pagar los viajes.

Ahí estaba Juan Galindo, un empresario español de 36 años, que grabó un video del momento para enviarlo a su familia que vive en Europa y darles así “dos palmas de narices (sorprenderlos)” a miles de kilómetros de distancia. Ahí estaba Melba Padilla, una decoradora de interiores, que lleva a misa cada domingo a sus hijos de ocho y seis años y ayer coreó entre la multitud: ¡Viva el papa, viva el papa”

“Nuestros padres nunca nos dijeron cómo ser católicos, sólo se sentaban con nosotros en la noche, en la cama y poco a poco nos enseñaban a rezar al angelito de la guarda y un día decidimos que esa era nuestra religión”, explicó Mariana Peralta, una de las estudiantes del colegio de Opus Dei, sobre cómo se han formado más de 100 millones de católicos en el país.

Los milagros vienen después –interrumpió Carlota- para dar fe: cada vez que ella ha tenido un compromiso pide a Dios que frene su epilepsia y Él la frena: “He ido 10 veces a ver a mi hijo a Estados Unidos y nunca me ha dado un ataque y esta vez quería venir a ver al papa y pedí estar entre la gente sin problemas y aquí estoy, de pie”.

Desde Argentina

Joel Schrooh se quitó el sueter y sacó el rosario que compró en una peregrinación a Nagoya Crespo para que colgara en su pecho. Luego, abrió por todo lo largo la bandera Argentina, su bandera, apoyado por cinco compatriotas que se encuentran en México en intercambio estudiantil y no dudaron en hacer valla a Marlio Bergoglio quien aún no visita su tierra natal.

“Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten mi ganas de vivir, donde falte la esperanza, donde todo sea triste simplemente por no saber vivir”, cantaron. Y gritaron con todas sus fuerzas un animoso ¡vamos, adelante! en una frase de su país “Qué aguanten los cuervos”.

“Él dijo que quería ver a los jóvenes haciendo bulla y y aquí estamos, haciendo bulla”, dijo Agustina Banino, una rubia de sonrisa franca que llegó al punto siete horas antes, cuando no había nadie más que ella y sus amigos pintados de la cara de azul y blanco y encabezó la porra más animada de la cuadra.

COBERTURA ESPECIAL DE LA VISITA DEL PAPA A MÉXICO

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